El mundo antiguo, de acuerdo con la particular visión europea de la historia, abarca desde la prehistoria de los pueblos de Asia Menor y Norte de África hasta la edad media de Europa. Estos pueblos se caracterizaban por el control del Estado sobre la producción agrícola y minera, el comercio entre pueblos vecinos y lejanos a cargo de comerciantes independientes, la producción de bienes manufacturados por artesanos libres, y las grandes construcciones por iniciativa gubernamental y mediante la contratación de mano de obra.
Este sistema de intercambios requirió de la evolución de la legislación que regulaba los contratos comerciales y laborales. Luego de una larga evolución también requirió de un sistema monetario basado en metales preciosos y la acuñación a cargo del Estado. Dentro de las monedas más antiguas que se conocen está el electro, una moneda en forma de riñón compuesta por una aleación natural de oro y plata acuñada en Lidia hacia el año 600 antes de nuestra era. Todas estas característica fueron compartidas también por los egipcios, griegos, fenicios y cartagineses, hasta llegar a un alto grado de madurez en Roma.
Los filósofos griegos, fértiles en las ideas sobre todo tipo de hechos sociales, fueron muy activos y perspicaces pensadores económicos y se acercaron a los problemas económicos de una forma que se puede reconocer como muy moderna pues abocaron muchos de los temas económicos de una forma que hoy se reconoce como parte de la actual ciencia económica.
No obstante que el significativo avance del pensamiento económico del mundo antiguo fue interrumpido por la caída del Imperio Romano de Occidente, dentro de Roma, antes y durante el Imperio, iniciaron su evolución instituciones económicas que después caracterizaron la economía de la edad media y del feudalismo. Desde antes del imperio, en Roma coexistieron los pequeños propietarios campesinos junto a grandes terratenientes que concentraron la propiedad de la tierra de forma progresiva a través de la apropiación de las tierras públicas; los campesinos por su parte debían sufrir leyes muy duras sobre el crédito y elevadas tasas de interés. En el año 367 con las leyes licíneas se trató de reducir el proceso de concentración al establecer quinientas yugas, unas 125 hectáreas, como el límite de la cantidad de tierra comunal que una persona podía apropiarse.
Tiberio Graco retomó la idea de limitar el tamaño máximo de la apropiación individual de las tierras comunales y propuso que el excedente liberado por esa medida se entregara a las familias campesinas con capacidad de heredarlas. La agitación popular liderada por Tiberio logró que estas medidas fueran aprobadas por el Senado y que se establecieran 80 mil granjas, pero luego este líder popular fue asesinado. Cáyo Graco, hermano del anterior y elegido también como Tribuno, con el propósito de ocupar a los desempleados logró impulsar un amplio programa conjunto de construcción de carreteras y colonización.
Por la época de Augusto -quien vivió entre el año 63 antes de Cristo y el 14 de nuestra era- se hizo evidente que el campo carecía de suficiente mano de obra debido a la urbanización de las costumbres; Augusto intentó resolver el problema con la regulación del matrimonio volviéndolo obligatorio con la intención de promover el crecimiento de la población e incluso se dice que promovió el regreso al campo recurriendo a la literatura. Esto explicaría por qué Virgilio, entre los años 36 y 29 antes de nuestra era, escribió las Geórgicas, un poema en cuatro volúmenes sobre la vida campesina y que lo elevó como el mejor poeta de su tiempo. La realidad es que Las Georgicas es un tratado técnico sobre la agricultura, y una notable defensa del retorno al campo y de restablecer la vida agrícola tradicional en Italia.
Parte de la solución se encontró con la entrega de parcelas para que los campesinos las trabajaran y vivieran en ellas. Posteriormente, al final del siglo III, mediante un edicto imperial se obligó a los campesinos agricultores y sus herederos a que permanecieran en sus tierras a cambio de la garantía de la permanencia de la propiedad, aún si eran esclavos. Con este tipo de arreglo los grandes terratenientes lograron el poder de un pater familias sobre los colonos de sus tierras. Incluso los pequeños campesinos independientes pasaron a depender cada vez más de los señores de la tierra.
Más tarde cuando conquistaron el Imperio Romano de Occidente los pueblos germanos dejaron intacto el sistema de señoríos y campesinos dependientes; la Iglesia y los príncipes se encargaron de difundirlo por el resto de Europa, es decir, por Inglaterra, el centro de Europa y Escandinavia. Los pequeños propietarios que aún existían no encontraron otra opción que incorporarse a los señoríos. Más aún, a través de la legislación se fortaleció el sistema señorial; este fue el caso de Inglaterra donde en el Siglo Noveno Alfredo el Grande decretó que todo hombre debía tener un señor. Finalmente, la caída del Imperio Carolingio en el Siglo Noveno eliminó la única alternativa, aseguró el régimen señorial como la unidad de autoridad política local predominante y estrechó la relación entre el campesino y el señor, relación que a partir del siglo Décimo empezó a conocerse como servidumbre.
Sobre el régimen señorial se estableció además una estructura política que se conoció como feudalismo, basado en un sistema de relaciones militares y políticas de índole personal entre los señores. Con la ausencia de un poder central también se perdió el comercio y la economía se redujo a la producción de autoconsumo dentro de los señoríos. La consecuencia fue la conversión de Europa en un archipiélago de pequeños feudos con un régimen económico señorial y casi totalmente autárquicos, con escasa manufactura y formas legales rudimentarias.
Dado que el cristianismo se impuso antes de la caída del Imperio Romano de Occidente y que el régimen señorial se extendió por Europa por la acción de la Iglesia y de los príncipes, el cristianismo se estableció como el pensamiento predominante. Por esta razón no es de extrañar el hecho de que la mayor parte del pensamiento económico de la época fuera producto de sacerdotes o de pensadores fuertemente influenciados por la religión cristiana, pensamiento este que hoy se conoce como la escolástica.
En la próxima lectura trataremos sobre los aportes de los principales autores griegos.